Esta segunda fase es la de espiritualidad y creencias religiosas. Desde la posición anterior, el peleador realizará varios movimientos rituales ejecutados por triplicado. Dependiendo a la escuela a la que pertenezca, el peleador realizará rituales de diferentes referencias a la naturaleza, ya que cada campo tiene una ceremonia propia. Terminado el Wai Kruu, y desde esta posición, el peleador realizará un círculo alrededor de si mismo con los dos brazos estirados llevándolos hacia delante, una vez juntos, se dirijirán al cuerpo y de ahí pasarán, en un movimiento circular, a la frente. Este ritual significa que el luchador recoge toda la energía de la tierra y la traspasa a su cuerpo, proporcionándole mayor energía y poder. El siguiente ritual sería ejecutar el movimiento de las alas del águila imperial, el cual le proporcionará la agilidad y movilidad que el boxeador necesita para el combate. Entre cada una de las tres repeticiones de que consta esta fase, se realizará unos movimientos en el cual el luchador colocará su antebrazo delante de los ojos en modo de pantalla para ver la situación del Rey Sol y que este no le deslumbre una vez contemplada la batalla. Terminados estos movimientos rituales, el peleador se colocará de pie y es en este momento cuando empieza su recorrido por el cuadrilátero. Este recorrido sirve entre otras cosas para revisar la zona donde se va a realizar la pelea (pliegues, hendiduras, etc.). Antiguamente al no existir cuadrilátero, servía para situarse y ver las irregularidades existentes en el terreno (piedras, agujeros, elevaciones, etc.).
Estos movimientos en gran parte son procedentes del Krabi Krabong (Arte Marcial Thailandés con Armas) son de ataque y defensa, donde la fuerza física no es importante, sino la concentración a la que está sometida el peleador. A modo terrenal, al peleador le sirve de calentamiento y para mostrar las técnicas preferidas del campo de entrenamiento al que pertenece. A modo espiritual, el peleador se dirige hacia las cuatro esquinas en busca de protección a la vez que lanza hechizos a su contrincante. Antes de terminar este recorrido por el cuadrilátero, el peleador incita al contrincante realizando movimientos específicos como el cazador (lanzamiento de flechas, lanzas, etc.) Una vez terminado el Ram Muay, el luchador se dirige a su esquina donde su maestro recita unas plegarias en la cual el maestro y el alumno están en posición de saludo al estilo budista (manos juntas a la altura de la cara haciendo una pequeña reverencia). Terminada la plegaria el maestro le despoja del Mongkong soplándole en la frente el espíritu combativo. Es en este momento, cuando el luchador está preparado en cuerpo y alma para afrontar el combate. Es entonces cuando a la orden del árbitro, los dos luchadores se reúnen en el centro del cuadrilátero y con música thailandesa de fondo, empieza el enfrentamiento.